Sevilla no es una ciudad monumental
al uso. Sus monumentos no están
construidos para lucirlos, sino para
usarlos. Si uno piensa en el Arco del
Triunfo de París o en la Puerta de
Alcalá de Madrid, comprobará lo que
digo. Son construcciones hechas
para exhibirse, sin nada alrededor.
En Sevilla eso no pasa, aquí los
monumentos están entre el resto de
edificios sin ninguna diferenciación
mas que a veces un pequeño espacio
con respecto al nivel de
construcciones de la calle. Al pasar por
cualquier callejón te puedes encontrar
con una maravilla arquitectónica como
la Iglesia de San Luis. Esta iglesia es
del siglo XVIII. Pertenecía al noviciado
jesuita, al ser expulsada la orden de
España, pasó a manos del estado y
nunca volvió a la propiedad de la Iglesia,
aunque se siguen celebrando cultos
religiosos. Esto nos ha permitido que se encuentre en su estado original, sin las
añadiduras que tendría para adaptarla a
los usos de cada época.
A cada lado de las
torres, hay unas
estatuas que
representan a los
cuatro evangelistas. En
la foto de la izquierda
San Marcos, a la
derecha San Lucas, y
abajo San Mateos.